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Aquí, la materia prima nos cuida

Imagen de Xavier David Ortiz Torres
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Los líderes y lideresas comunitarias de Puerto Rico son nuestra materia prima para construir un mejor país.

Este artículo es el epílogo del libro "Ciencia y solidaridad: Historias de líderes comunitarios en Puerto Rico". Léelo y descárgalo gratis.

La materia prima es cualquier recurso natural que se transforma o procesa para crear un producto. Para algunos países, los minerales, combustibles fósiles, cultivos de frutas y verduras, por mencionar algunos ejemplos, son esa materia prima fundamental para su bienestar y su economía. En Puerto Rico, el café, la caña de azúcar y otros productos agrícolas fueron materias primas importantes en el pasado. Hoy, algunos dirían que nuestras playas, montañas, chinchorros, hoteles, y alquileres a corto plazo, entre otras atracciones naturales y no naturales que alimentan el turismo, son nuestra principal materia prima. Sin embargo, hay otra materia prima que poseemos, que se multiplica, y se transforma para construir país: nuestros líderes y lideresas comunitarias. 

Los líderes y lideresas comunitarias de Puerto Rico son esa materia prima que genera obras de incalculable valor. Sus orígenes y desarrollo se dan en contextos y en tiempos distintos, motivados por múltiples razones. Algunos se forman siguiendo los ejemplos de su niñez. Otros porque ante la espera o el olvido, decidieron crear soluciones. Unos cuantos porque sintieron el llamado de servir a los demás. 

Muy parecidos al sol o el petróleo, estos líderes y lideresas son la fuente de energía de sus comunidades, creando iniciativas para mejorar la calidad de vida de quienes le rodean. En emergencias como huracanes, inundaciones, y terremotos, extienden su mano, abren caminos, dan de comer, y mueven lo que sea para aliviar a los afligidos. 

Como la fuerte ceiba, sostienen. Con sus inmensas raíces — que son como sus brazos en perpetua expansión —  y el conocimiento ganado mediante sus experiencias coordinan ferias de salud, actividades de entretenimiento, marchas, y exigen la protección de los derechos de las mujeres, niños, y todos los puertorriqueños. Convierten patios y canchas en refugios. Usan la empatía, la justicia, y la alegría para construir comunidad. 

Estas personas demuestran que el liderazgo sobrepasa los prejuicios que les sentencian a la quietud al alcanzar cierta edad. Ante las acciones lentas y burocráticas de un gobierno con sus prioridades desajustadas, se lanzan para resolver. Por eso, cuando pienso en Puerto Rico, no tengo duda en que nuestra materia prima más valiosa son nuestras lideresas y líderes comunitarios. 

Los líderes y lideresas que resaltamos aquí son una pequeña muestra del potencial y el poder de las comunidades para traer soluciones realistas a nuestro país. Buscamos con este libro agradecer con el corazón todo lo que han hecho y hacen por Puerto Rico. Sabemos que ante los retos causados por las realidades de vivir en nuestro archipiélago — que sigue sufriendo las consecuencias de ser colonia en pleno siglo 21 — los líderes y lideresas reverdecen y contagian con esa energía sanadora a quienes les escuchamos, les validamos, y co-creamos con ellos.  

Aspiro a que como boricuas sembremos la escucha, la validación, y el respeto para trabajar de la mano con ellos y ellas. Ojalá un día el Estado recupere su vista e invierta en esas manos que no paran de entregarse. Ellos y ellas, son la materia prima que nos sostiene, que debemos proteger, y que me dejan saber que si los emulamos, nada será imposible.

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